El Parque Miguel Servet, ese gran desconocido

El gran rincón verde de la ciudad, es transitado por muchos oscenses y turistas que trascurren por sus paseos a diario, pero no todos acaban de conocer la gran historia que se encuentra detrás de este gran parque de cerca de siete hectáreas.

Su historia comienza en 1928, cuando empezó su construcción, aunque se inauguraría 2 años más tarde, en 1930. Parte de los terrenos de este parque fueron el jardín del Palacio de Lastanosa, que se encontraba justo enfrente de la Iglesia de San Vicente, pero que se demolió a finales del siglo XIX.

En 1928, fue cuando el oscense Ramon Acín, consiguió hacer las Pajaritas de Huesca, una obra que con el tiempo se ha convertido en el símbolo de toda la ciudad.

En 1960, el alcalde de la ciudad Emilio Miravé aprobó la ampliación del parque, algo que definiría, en líneas generales, el espacio que hoy en día conocemos. Además, con ese proyecto de ampliación hacia el suroeste se conseguiría unir el centro de la ciudad con el ensanche.

“Estoy impresionada” comentaba una turista frente a la estatua de los Reyes Pirenaicos. Una gran estatua situada en la entrada de la calle Juan XXIII, y que recuerda a los reyes de estirpe pirenaica. Una obra de César Montaña realizada en 1976 y que recuerda al estilo del zaragozano Pablo Gargallo.

En 1963, al artista Ángel Orensanz, labró en un bloque de piedra la Estatua a los Caídos, una obra que no siempre fue así, ya que tras la dictadura franquista, se eliminaron unas placas de su pedestal con nombres de los frentes de guerra, y también el pequeño estanque que rodeaba al monumento, incorporándose la inscripción “a los oscenses muertos en guerra”, en las placas de granito. Una pequeña reforma bastó para convertir la escultura en un recuerdo a todos los caídos sin diferenciación política.

Aunque una de las obras más visibles del parque es el Quiosco de la Música, que desde el año 2012 se dedicó al “Maestro Sampériz”, el fundador de la Banda de Música de Huesca y también su director desde 1985.